[+/-] Seguir leyendo en castellano
Febrer blau tuvimos el honor de escribir el discurso de graduación. Disculpad que digamos que fue cosa de Febrer blau, pero internamente lo fue. Nos hemos acostumbrado a trabajar así, en grupo, "haciendo piña" ;)
Los compañeros y compañeras pidieron a Anaïs, la delegada de clase (a veces parece que tendríamos que decir "las delegadas"), que dijera unas palabras. Como lo supimos con relativo poco tiempo, Anaïs y Míryam -subdelegada- hablaron del tema y llegaron a un acuerdo: Míryam lo escribiría y Anaïs lo leería. ¿Y Anna? Pues Anna ha sido, como siempre, esa persona que en plena crisis creativa estaba allí para dar ideas o simplemente decir "por ahí vas bien". Ya lo hemos apuntado antes: sea como sea, tenemos costumbre de trabajar así, nos parece más difícil lo contrario.
Ahí va, pues, el discurso:
Queridos compañeros, compañeras, profesores, familiares, amigos. Hoy es un día especial por muchos motivos. No es fácil de conseguir lo que hemos hecho. Os pido que miréis alrededor un momento, mirad a vuestros compañeros y compañeras. Hoy estamos aquí porque hemos añadido un atributo muy importante a nuestras personas: somos maestros, estamos siendo maestros, y seguiremos aprendiendo a ser maestros durante muchos años.
Os hago pensar por un momento en otro día, también especial: el 7 de septiembre del 2008, el primer día que pisamos esta facultad para venir a clase. Con algo de nervios, pusimos un pie aquí dentro y empezamos a hablar con personas todavía desconocidas que más tarde serían compañeros y amigos: "¿Y tú de qué especialidad eres? ¡Qué bien, estamos juntos en clase!", nos decíamos. Entre el 7 de septiembre de hace 3 años y el 10 de junio de este, tan pronto parece que ha pasado un siglo como sólo unos segundos.
Aquel día, con más o menos conciencia, todos teníamos un pie dentro de lo que han sido tres años llenos de emociones. Hoy, con más o menos conciencia, esperemos que con toda la necesaria, todos tenemos un pie dentro de lo que serán muchos más años llenos de otras emociones, de aprender y seguir soñando.
Pero hoy sí, hoy es momento de mirar atrás y alrededor. ¿No os parece que la facultad es un poco diferente ahora? Ya nos la miramos con otros ojos: la puerta por la que tantas veces hemos pasado con prisa porque llegábamos tarde, los pasillos en los que hemos pasado nervios antes de los exámenes, las escaleras donde los compañeros se escapaban a fumar, la sala de estudios donde hemos estado tantos ratos reuniendo esfuerzos y opiniones para acabar algún trabajo que parecía no acabarse nunca, los ordenadores donde nos escapábamos a mirar si ya estaban las notas en Moodle, las mesas del bar donde tantas veces nos hemos sentado con los compañeros a comer o a tomar un café, ... las cosas más pequeñas nos traen recuerdos de estos años que hemos vivido juntos y que ahora tenemos que despedir para dar paso a muchos otros lugares que llenaremos de emociones compartidas. Las despedimos, pero no las olvidaremos.
¿Quién nos iba a decir, el día que marcamos como opción en la matrícula universitaria "Maestro de educación especial", que la carrera nos iba a aportar tantas cosas? Compañeros con los que hemos trabajado, hemos reído y hemos compartido muy buenos ratos, nuevos amigos y amigas, personas que de una manera u otra, directa o indirectamente, nos han cambiado, han participado en nuestro día a día, han compartido, nos han echado una mano; profesores y profesoras que nos han marcado con sus clases, que nos han cambiado la manera de mirar y que con el tiempo recordaremos con cierta nostalgia... Y centenares, miles de anécdotas, tantas que no acabaríamos nunca.
Me gustaría haceros pensar un momento en las siguientes palabras: inventora, bombero, médica, guía turístico, conductor, cantante, cocinera, albañil, arqueólogo, artista, policía, maestr@, enfermero, arquitecta, conserje, abogado, mecánico, dependiente, bailarín, diseñadora, farmacéutico, investigadora, camarero, piloto, pintor, paleontólogo, sindicalista, modelo, campesino, historiador, guionista, poeta, padre, madre... Pues sí, es eso que estáis pensando: todos y todas han tenido maestros. Esa es nuestra responsabilidad, nuestra riqueza personal y el gran privilegio de nuestra profesión: ver cómo crecen personas que sueñan, caen, se esfuerzan, aman, aprenden.
No es fácil ser maestro en este mundo que tenemos, a rebosar de cambios y confusión, y quizá eso es lo mejor de todo: que no es fácil y nosotros, cada uno de nosotros, podremos hacerlo, y cuando no podamos, aprenderemos a hacerlo. Hemos escogido una profesión de la que todo el mundo puede decir siempre alguna cosa; todas las profesiones tienen tópicos, y de la nuestra, seguramente oiremos que es bonita, que es vocacional, que es gratificante, que tenemos muchas vacaciones. Pero cuando tengamos dudas, cuando nos sintamos perdidos, no pensaremos en nada de todo eso, porque sólo nos hará falta volver a recordar la ilusión que sentimos el día que supimos que éramos maestros, sólo nos hará falta volver a recordar a los compañeros y compañeras que hoy se sientan a nuestro lado y que formaran parte de nuestro convoy personal, para saber que entre todos, podremos.
Seguro que nunca olvidaremos que tenemos en nosotros, en nuestras manos, uno delos retos más grandes y necesarios: trabajar, junto con todos los compañeros de los centros, para conseguir una escuela inclusiva y de calidad, teniendo presente que educar en la escuela del pasado es robar a los niños su futuro, que tendremos que ir creando en la escuela, creyendo en la escuela, reinventándola a cada paso que demos, que serán los pasos del camino que hoy empezamos. En este reto cada uno de nosotros somos los embajadores de unos niños que aún no conocemos, todavía no sabemos cuál es su nombre o cómo es su cara, pero ya los estamos esperando.
Me gustaría acabar con las palabras de otra persona, concretamente de Paulo Freire hace cuatro décadas de nada, que dicen así: “Escogí la sombra de este árbol para reposar de lo mucho que haré, mientras te espero. Quien espera en la pura espera vive un tiempo de espera vacío. Por esto, mientras te espero, trabajaré los campos y conversaré con los hombres. No te esperaré en la pura espera porque mi tiempo de espera es un tiempo de quehacer. Desconfiaré de quienes me digan, en voz baja y precavidos: Es peligroso hacer. Es peligroso hablar. Es peligroso andar. Es peligroso esperar, en la forma en que esperas. Porque esos niegan la alegría de tu llegada. Estaré preparando tu llegada como el jardinero prepara el jardín para la rosa que se abrirá en la primavera.”
Y acabo con estas palabras, en primer lugar, porque representan lo que haremos como maestros de educación especial, y en segundo lugar, porque nuestra espera personal ya se ha acabado, ahora ya podemos decirlo con orgullo, somos maestros, ¡maestros de educación especial!
Los compañeros y compañeras pidieron a Anaïs, la delegada de clase (a veces parece que tendríamos que decir "las delegadas"), que dijera unas palabras. Como lo supimos con relativo poco tiempo, Anaïs y Míryam -subdelegada- hablaron del tema y llegaron a un acuerdo: Míryam lo escribiría y Anaïs lo leería. ¿Y Anna? Pues Anna ha sido, como siempre, esa persona que en plena crisis creativa estaba allí para dar ideas o simplemente decir "por ahí vas bien". Ya lo hemos apuntado antes: sea como sea, tenemos costumbre de trabajar así, nos parece más difícil lo contrario.
Ahí va, pues, el discurso:
Queridos compañeros, compañeras, profesores, familiares, amigos. Hoy es un día especial por muchos motivos. No es fácil de conseguir lo que hemos hecho. Os pido que miréis alrededor un momento, mirad a vuestros compañeros y compañeras. Hoy estamos aquí porque hemos añadido un atributo muy importante a nuestras personas: somos maestros, estamos siendo maestros, y seguiremos aprendiendo a ser maestros durante muchos años.
Os hago pensar por un momento en otro día, también especial: el 7 de septiembre del 2008, el primer día que pisamos esta facultad para venir a clase. Con algo de nervios, pusimos un pie aquí dentro y empezamos a hablar con personas todavía desconocidas que más tarde serían compañeros y amigos: "¿Y tú de qué especialidad eres? ¡Qué bien, estamos juntos en clase!", nos decíamos. Entre el 7 de septiembre de hace 3 años y el 10 de junio de este, tan pronto parece que ha pasado un siglo como sólo unos segundos.
Aquel día, con más o menos conciencia, todos teníamos un pie dentro de lo que han sido tres años llenos de emociones. Hoy, con más o menos conciencia, esperemos que con toda la necesaria, todos tenemos un pie dentro de lo que serán muchos más años llenos de otras emociones, de aprender y seguir soñando.
Pero hoy sí, hoy es momento de mirar atrás y alrededor. ¿No os parece que la facultad es un poco diferente ahora? Ya nos la miramos con otros ojos: la puerta por la que tantas veces hemos pasado con prisa porque llegábamos tarde, los pasillos en los que hemos pasado nervios antes de los exámenes, las escaleras donde los compañeros se escapaban a fumar, la sala de estudios donde hemos estado tantos ratos reuniendo esfuerzos y opiniones para acabar algún trabajo que parecía no acabarse nunca, los ordenadores donde nos escapábamos a mirar si ya estaban las notas en Moodle, las mesas del bar donde tantas veces nos hemos sentado con los compañeros a comer o a tomar un café, ... las cosas más pequeñas nos traen recuerdos de estos años que hemos vivido juntos y que ahora tenemos que despedir para dar paso a muchos otros lugares que llenaremos de emociones compartidas. Las despedimos, pero no las olvidaremos.
¿Quién nos iba a decir, el día que marcamos como opción en la matrícula universitaria "Maestro de educación especial", que la carrera nos iba a aportar tantas cosas? Compañeros con los que hemos trabajado, hemos reído y hemos compartido muy buenos ratos, nuevos amigos y amigas, personas que de una manera u otra, directa o indirectamente, nos han cambiado, han participado en nuestro día a día, han compartido, nos han echado una mano; profesores y profesoras que nos han marcado con sus clases, que nos han cambiado la manera de mirar y que con el tiempo recordaremos con cierta nostalgia... Y centenares, miles de anécdotas, tantas que no acabaríamos nunca.
Me gustaría haceros pensar un momento en las siguientes palabras: inventora, bombero, médica, guía turístico, conductor, cantante, cocinera, albañil, arqueólogo, artista, policía, maestr@, enfermero, arquitecta, conserje, abogado, mecánico, dependiente, bailarín, diseñadora, farmacéutico, investigadora, camarero, piloto, pintor, paleontólogo, sindicalista, modelo, campesino, historiador, guionista, poeta, padre, madre... Pues sí, es eso que estáis pensando: todos y todas han tenido maestros. Esa es nuestra responsabilidad, nuestra riqueza personal y el gran privilegio de nuestra profesión: ver cómo crecen personas que sueñan, caen, se esfuerzan, aman, aprenden.
No es fácil ser maestro en este mundo que tenemos, a rebosar de cambios y confusión, y quizá eso es lo mejor de todo: que no es fácil y nosotros, cada uno de nosotros, podremos hacerlo, y cuando no podamos, aprenderemos a hacerlo. Hemos escogido una profesión de la que todo el mundo puede decir siempre alguna cosa; todas las profesiones tienen tópicos, y de la nuestra, seguramente oiremos que es bonita, que es vocacional, que es gratificante, que tenemos muchas vacaciones. Pero cuando tengamos dudas, cuando nos sintamos perdidos, no pensaremos en nada de todo eso, porque sólo nos hará falta volver a recordar la ilusión que sentimos el día que supimos que éramos maestros, sólo nos hará falta volver a recordar a los compañeros y compañeras que hoy se sientan a nuestro lado y que formaran parte de nuestro convoy personal, para saber que entre todos, podremos.
Seguro que nunca olvidaremos que tenemos en nosotros, en nuestras manos, uno delos retos más grandes y necesarios: trabajar, junto con todos los compañeros de los centros, para conseguir una escuela inclusiva y de calidad, teniendo presente que educar en la escuela del pasado es robar a los niños su futuro, que tendremos que ir creando en la escuela, creyendo en la escuela, reinventándola a cada paso que demos, que serán los pasos del camino que hoy empezamos. En este reto cada uno de nosotros somos los embajadores de unos niños que aún no conocemos, todavía no sabemos cuál es su nombre o cómo es su cara, pero ya los estamos esperando.
Me gustaría acabar con las palabras de otra persona, concretamente de Paulo Freire hace cuatro décadas de nada, que dicen así: “Escogí la sombra de este árbol para reposar de lo mucho que haré, mientras te espero. Quien espera en la pura espera vive un tiempo de espera vacío. Por esto, mientras te espero, trabajaré los campos y conversaré con los hombres. No te esperaré en la pura espera porque mi tiempo de espera es un tiempo de quehacer. Desconfiaré de quienes me digan, en voz baja y precavidos: Es peligroso hacer. Es peligroso hablar. Es peligroso andar. Es peligroso esperar, en la forma en que esperas. Porque esos niegan la alegría de tu llegada. Estaré preparando tu llegada como el jardinero prepara el jardín para la rosa que se abrirá en la primavera.”
Y acabo con estas palabras, en primer lugar, porque representan lo que haremos como maestros de educación especial, y en segundo lugar, porque nuestra espera personal ya se ha acabado, ahora ya podemos decirlo con orgullo, somos maestros, ¡maestros de educación especial!
Ahir va ser un dia especial per Febrer blau i per tots els nostres companys: vam celebrar la graduació, aquella cerimònia que serveix per reafirmar el que ja fa setmanes que sospitàvem: que ja som mestres!
[+/-] Seguir llegint en català
Febrer blau vam tenir l'honor d'escriure el discurs de graduació. Disculpeu que diguem que va ser cosa de Febrer blau, però internament ho va ser. Ens hem acostumat a treballar així, en grup, "fent pinya" ;)
Els companys i companyes van demanar a l'Anaïs, la delegada de classe (de vegades sembla que hauríem de dir "les delegades"), que digués unes paraules durant l'acte. Com que ho vam saber amb relatiu poc temps, l'Anaïs i la Míryam -sotsdelegada- en van parlar i van arribar a un pacte: la Míryam l'escriviria i l'Anaïs el llegiria. I l'Anna? Doncs l'Anna ha estat aquella persona que en plena crisi creativa estava allà per donar idees, o simplement per dir "així vas bé". Ja us ho hem apuntat abans: caigui com caigui, tenim costum de treballar així i sembla difícil el contrari.
Aquí va, doncs, el discurs:
Benvinguts companys, companyes, professors, familiars i amics. Avui és un dia especial per molts motius. No és fàcil d’aconseguir el que hem fet. Us demano que mireu al voltant un moment, mireu els companys i companyes. Avui som aquí perquè afegim un atribut molt important a les nostres persones: som mestres, estem sent mestres, i seguirem aprenent a ser mestres durant molts anys.
Us faig pensar per un moment en un altre dia, també especial: el 7 de setembre del 2008, el primer dia que vam trepitjar aquesta facultat per venir a classe. Amb una mica de nervis, vam posar un peu aquí dins i vam començar a parlar amb persones encara desconegudes que més tard serien companys i amics: “I tu de quina especialitat ets? Què bé, estem junts a classe!”, ens dèiem. Entre el 7 de setembre de fa 3 anys i el 10 de juny d’enguany, tan bon punt ens sembla que ha passat un segle com només uns segons.
Aquell dia, amb més o menys consciència, tots teníem un peu dins el que han estat tres anys plens d’emocions. Avui, amb més o menys consciència, esperem que amb tota la necessària, tots tenim un peu dins el que seran molts més anys plens d’altres emocions, d’aprendre i de continuar somiant.
Però avui sí, avui és moment de mirar enrere i al voltant. No us sembla que la facultat és una mica diferent ara? Ja ens la mirem amb altres ulls: la porta per on tantes vegades hem passat amb pressa perquè fèiem tard, els passadissos on hem passat nervis abans dels exàmens, les escales on els companys anaven a fumar, la sala d’estudis on hem estat tantes estones reunint esforços i opinions per acabar aquell treball que semblava que no s’acabava mai, els ordinadors on ens escapàvem a mirar si ja hi havia les notes al Moodle, les taules del bar on tantes vegades hem segut amb els companys a dinar o fer el cafè, ... les coses més petites ens porten records d’aquests anys que hem viscut plegats i que ara hem d’acomiadar per donar pas a molts altres llocs que omplirem d’emocions compartides. Les acomiadem, però no les oblidarem.
Qui ens havia de dir, el dia que vam marcar com a opció a la matrícula universitària “Mestre d’educació especial”, que la carrera ens havia d’aportar tantes coses? Companys amb els que hem treballat, hem rigut i hem compartit molt bones estones, nous amics i amigues, persones que d’una manera o altra, directament o indirectament, ens han canviat, han participat en el nostre dia a dia, han compartit, ens han fet un cop de mà, professors i professores que ens han marcat amb les seves classes, que ens han canviat la manera de veure les coses i que amb el temps recordarem amb certa nostàlgia... I centenars, milers d’anècdotes, tantes, que no acabaríem mai.
M’agradaria fer-vos pensar un moment en les següents paraules: inventora, bomber, metgessa, guia turístic, conductor, cantant, cuinera, paleta, arqueòleg, artista, policia, mestre, infermer, arquitecta, conserge, advocat, mecànic, botiguer, ballarí, dissenyadora, farmacèutic, investigadora, cambrer, pilot, pintor, paleontòleg, sindicalista, model, pagès, historiador, guionista, poeta, mare, pare... Doncs sí, és això que esteu pensant: tots i totes han tingut mestres. Aquesta és la nostra responsabilitat, la nostra riquesa personal i el gran privilegi de la nostra professió: veure com creixen persones que somien, cauen, s’esforcen, estimen, aprenen.
No és fàcil ser mestre en aquest món que tenim, a vesar de canvis i confusió, i potser això és el millor de tot: que no és fàcil i nosaltres, cadascun de nosaltres, podrem fer-ho, i quan no puguem, n’aprendrem. Hem triat una professió de la qual tothom en pot dir sempre alguna cosa; totes les professions tenen tòpics, i de la nostra, segurament en sentirem a dir que és bonica, que és vocacional, que és gratificant i que tenim moltes vacances. Però quan tinguem dubtes, quan ens sentim perduts, no pensarem en res de tot això, perquè només ens caldrà tornar a recordar la il•lusió que vam sentir el dia que vam saber que érem mestres, només ens caldrà tornar a recordar els companys i companyes que avui seuen al nostre costat i que formaran part del nostre comboi personal, per saber que entre tots podrem.
Segur que mai oblidarem que tenim amb nosaltres, a les nostres mans, un dels reptes més grans i necessaris: treballar juntament amb tots els companys dels centres per aconseguir una escola inclusiva i de qualitat, tenint sempre present que educar en l’escola del passat és robar als nens el seu futur, que hem d’anar creant l’escola, creient en l’escola, reinventant-la amb cada passa que fem, que seran les passes d’un nou camí que avui comencem. En aquest repte cadascun de nosaltres som els ambaixadors d’uns nens que encara no coneixem. Encara no sabem quin és el seu nom o quina és la seva cara, però ja els estem esperant.
M’agradaria acabar amb les paraules d’algú altre, concretament d’un poema de Paulo Freire fa quatre dècades de res, que diuen així: “Escogí la sombra de este árbol para reposar de lo mucho que haré, mientras te espero. Quien espera en la pura espera vive un tiempo de espera vacío. Por esto, mientras te espero, trabajaré los campos y conversaré con los hombres. No te esperaré en la pura espera porque mi tiempo de espera es un tiempo de quehacer. Desconfiaré de quienes me digan, en voz baja y precavidos: Es peligroso hacer. Es peligroso hablar. Es peligroso andar. Es peligroso esperar, en la forma en que esperas. Porque esos niegan la alegría de tu llegada. Estaré preparando tu llegada como el jardinero prepara el jardín para la rosa que se abrirá en la primavera.”
I acabo amb aquestes paraules en primer lloc, perquè representa allò que farem com a mestres d’educació especial, i en segon perquè la nostra espera personal ja s’ha acabat, ara ja podem dir-ho amb orgull, som mestres, mestres d’educació especial!
Els companys i companyes van demanar a l'Anaïs, la delegada de classe (de vegades sembla que hauríem de dir "les delegades"), que digués unes paraules durant l'acte. Com que ho vam saber amb relatiu poc temps, l'Anaïs i la Míryam -sotsdelegada- en van parlar i van arribar a un pacte: la Míryam l'escriviria i l'Anaïs el llegiria. I l'Anna? Doncs l'Anna ha estat aquella persona que en plena crisi creativa estava allà per donar idees, o simplement per dir "així vas bé". Ja us ho hem apuntat abans: caigui com caigui, tenim costum de treballar així i sembla difícil el contrari.
Aquí va, doncs, el discurs:
Benvinguts companys, companyes, professors, familiars i amics. Avui és un dia especial per molts motius. No és fàcil d’aconseguir el que hem fet. Us demano que mireu al voltant un moment, mireu els companys i companyes. Avui som aquí perquè afegim un atribut molt important a les nostres persones: som mestres, estem sent mestres, i seguirem aprenent a ser mestres durant molts anys.
Us faig pensar per un moment en un altre dia, també especial: el 7 de setembre del 2008, el primer dia que vam trepitjar aquesta facultat per venir a classe. Amb una mica de nervis, vam posar un peu aquí dins i vam començar a parlar amb persones encara desconegudes que més tard serien companys i amics: “I tu de quina especialitat ets? Què bé, estem junts a classe!”, ens dèiem. Entre el 7 de setembre de fa 3 anys i el 10 de juny d’enguany, tan bon punt ens sembla que ha passat un segle com només uns segons.
Aquell dia, amb més o menys consciència, tots teníem un peu dins el que han estat tres anys plens d’emocions. Avui, amb més o menys consciència, esperem que amb tota la necessària, tots tenim un peu dins el que seran molts més anys plens d’altres emocions, d’aprendre i de continuar somiant.
Però avui sí, avui és moment de mirar enrere i al voltant. No us sembla que la facultat és una mica diferent ara? Ja ens la mirem amb altres ulls: la porta per on tantes vegades hem passat amb pressa perquè fèiem tard, els passadissos on hem passat nervis abans dels exàmens, les escales on els companys anaven a fumar, la sala d’estudis on hem estat tantes estones reunint esforços i opinions per acabar aquell treball que semblava que no s’acabava mai, els ordinadors on ens escapàvem a mirar si ja hi havia les notes al Moodle, les taules del bar on tantes vegades hem segut amb els companys a dinar o fer el cafè, ... les coses més petites ens porten records d’aquests anys que hem viscut plegats i que ara hem d’acomiadar per donar pas a molts altres llocs que omplirem d’emocions compartides. Les acomiadem, però no les oblidarem.
Qui ens havia de dir, el dia que vam marcar com a opció a la matrícula universitària “Mestre d’educació especial”, que la carrera ens havia d’aportar tantes coses? Companys amb els que hem treballat, hem rigut i hem compartit molt bones estones, nous amics i amigues, persones que d’una manera o altra, directament o indirectament, ens han canviat, han participat en el nostre dia a dia, han compartit, ens han fet un cop de mà, professors i professores que ens han marcat amb les seves classes, que ens han canviat la manera de veure les coses i que amb el temps recordarem amb certa nostàlgia... I centenars, milers d’anècdotes, tantes, que no acabaríem mai.
M’agradaria fer-vos pensar un moment en les següents paraules: inventora, bomber, metgessa, guia turístic, conductor, cantant, cuinera, paleta, arqueòleg, artista, policia, mestre, infermer, arquitecta, conserge, advocat, mecànic, botiguer, ballarí, dissenyadora, farmacèutic, investigadora, cambrer, pilot, pintor, paleontòleg, sindicalista, model, pagès, historiador, guionista, poeta, mare, pare... Doncs sí, és això que esteu pensant: tots i totes han tingut mestres. Aquesta és la nostra responsabilitat, la nostra riquesa personal i el gran privilegi de la nostra professió: veure com creixen persones que somien, cauen, s’esforcen, estimen, aprenen.
No és fàcil ser mestre en aquest món que tenim, a vesar de canvis i confusió, i potser això és el millor de tot: que no és fàcil i nosaltres, cadascun de nosaltres, podrem fer-ho, i quan no puguem, n’aprendrem. Hem triat una professió de la qual tothom en pot dir sempre alguna cosa; totes les professions tenen tòpics, i de la nostra, segurament en sentirem a dir que és bonica, que és vocacional, que és gratificant i que tenim moltes vacances. Però quan tinguem dubtes, quan ens sentim perduts, no pensarem en res de tot això, perquè només ens caldrà tornar a recordar la il•lusió que vam sentir el dia que vam saber que érem mestres, només ens caldrà tornar a recordar els companys i companyes que avui seuen al nostre costat i que formaran part del nostre comboi personal, per saber que entre tots podrem.
Segur que mai oblidarem que tenim amb nosaltres, a les nostres mans, un dels reptes més grans i necessaris: treballar juntament amb tots els companys dels centres per aconseguir una escola inclusiva i de qualitat, tenint sempre present que educar en l’escola del passat és robar als nens el seu futur, que hem d’anar creant l’escola, creient en l’escola, reinventant-la amb cada passa que fem, que seran les passes d’un nou camí que avui comencem. En aquest repte cadascun de nosaltres som els ambaixadors d’uns nens que encara no coneixem. Encara no sabem quin és el seu nom o quina és la seva cara, però ja els estem esperant.
M’agradaria acabar amb les paraules d’algú altre, concretament d’un poema de Paulo Freire fa quatre dècades de res, que diuen així: “Escogí la sombra de este árbol para reposar de lo mucho que haré, mientras te espero. Quien espera en la pura espera vive un tiempo de espera vacío. Por esto, mientras te espero, trabajaré los campos y conversaré con los hombres. No te esperaré en la pura espera porque mi tiempo de espera es un tiempo de quehacer. Desconfiaré de quienes me digan, en voz baja y precavidos: Es peligroso hacer. Es peligroso hablar. Es peligroso andar. Es peligroso esperar, en la forma en que esperas. Porque esos niegan la alegría de tu llegada. Estaré preparando tu llegada como el jardinero prepara el jardín para la rosa que se abrirá en la primavera.”
I acabo amb aquestes paraules en primer lloc, perquè representa allò que farem com a mestres d’educació especial, i en segon perquè la nostra espera personal ja s’ha acabat, ara ja podem dir-ho amb orgull, som mestres, mestres d’educació especial!