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Ella se define en su perfil de Twitter como “Profesora de Música y Psicopedagoga, Autora de textos educativos. Amante de la Música, de las Artes Plásticas y Visuales, de las TIC y de los Bienes del Alma”, y la verdad es que además de eso, corren rumores de que es un poco maga, artista, hada, y como dice @ignasicorral, “¿cómo se puede tener esa capacidad creativa-intuitiva-tecnico-artístico-cerebrovisual-técnicocientífica-tiernaeficaz que nos deja con la boca abierta? ¡¿Cómo?!”
¡Adelante con la entrevista!
Febrer blau: ¿Por qué decidiste ser maestra, y por qué de música? ¿En qué trabajas actualmente?
Tamara:
En mi caso la decisión de formarme como maestra de música me llevó un tiempo, tuve que tantear varias opciones antes, hasta darme cuenta de que éso era lo que realmente me gustaba. No me costó mucho advertir que “mi elemento”, como Ken Robinson lo denomina, estaba en las actividades musicales y en otras que también me permitieran expresarme creativamente. También necesito de actividades que me mantengan mentalmente activa, que me exijan investigar y aprender día a día. Me di cuenta que el aula es un gran escenario en el que poder desarrollar todo eso, y que como en un concierto, tenía la oportunidad de trabajar mano a mano con otros –alumnos, profesores, familias- para interpretar, entre todos, la gran pieza, en este caso, de su aprendizaje.
Soy un alma inquieta... Soy Maestra interina de Música en la Comunidad de Madrid. También enseño Música y Movimiento a niños desde los dos años y conjunto instrumental Orff. Y de vez en cuando también canto y escribo.
FB: ¿Como profesora, cuál ha sido la experiencia educativa que más te ha marcado?
T: Lo bueno de ser interina es que en un solo curso académico tienes la oportunidad de conocer la realidad de diversos centros, modos de trabajar, de organizarse, etcétera.
La experiencia educativa que más me ha marcado fue trabajando en un colegio en el que 4 de cada 5 alumnos es inmigrante, conviven en ese centro hasta 23 nacionalidades diferentes, está denominado centro prioritario, y es popularmente conocido como “el colegio de babel”. En este centro me encontré con alumnos con muchas dificultades económicas, que en pleno invierno aparecían en el centro con sandalias y un abrigo tres tallas más pequeño, que venían al centro sin desayunar...
Sentí que mi sitio estaba en la enseñanza pública, que allí era verdaderamente necesaria, que el rato que pudieran pasar en el centro aprendiendo y relacionándose, era crucial para su futuro. Te planteas qué es lo realmente importante que aprenda un niño, que por ejemplo, acaba de llegar de la India y apenas dice dos palabras en español, sus padres se pasan casi todo el día trabajando y no se ocupan de él, no trae material porque no tienen dinero para comprarlo y no está en plazo para solicitar beca de comedor... Esta experiencia también me enseñó lo importante que es trabajar en equipo, que el claustro esté unido y que el equipo directivo sea coherente y motivador.
FB: También eres psicopedagoga, nos consta que amante de las TIC... ¿qué te aporta, o consideras que te podría aportar, todo eso a tu práctica docente?
T: Acabé Magisterio y decidí continuar Psicopedagogía especializándome en Orientación y Asesoramiento. Me apetecía formarme en otros aspectos relacionados con la Educación. Y me abrió las puertas para iniciarme como formadora de formadores. Parece que la práctica docente solo existe a nivel de educación obligatoria y educación formal y no es así... La realidad es que aprendemos a lo largo de la vida. Los Psicopedagogos tenemos un papel crucial como orientadores, asesores y formadores en ese aprendizaje permanente. ¿Qué me aporta? Diversas estrategias para afrontar el día a día en el aula, entender los riesgos de “etiquetar” al alumnado, un conocimiento más amplio de cómo trabajar con alumnos con dificultades de aprendizaje, y sobretodo, saber que no hay recetas mágicas que podamos aplicar para todos, ya que cada alumno es un mundo y además lo que nos sirvió hoy se queda obsoleto mañana.
En cuanto a las TIC puedo decir que soy afortunada, no por la formación recibida en la Universidad, que fue pésima en ese aspecto, sino porque durante un tiempo pude formarme y colaborar en el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (CNICE), actual ITE. Allí entré en contacto con un equipo multidisciplinar formado por psicopedagogos, diseñadores, programadores, docentes, periodistas... que sacábamos adelante una plataforma de formación elearning que daba servicio a toda España y parte de Hispanoamérica. Aprendí mucho en relación a las TIC trabajando con ellos en el día a día.
¿Qué me aporta esto a mi práctica docente? Bueno, en realidad, es que soy incapaz de no utilizar las TIC en mi trabajo. No entiendo la vida sin ellas, y por extensión, no entiendo la enseñanza sin ellas. Están ahí, las integro de forma natural, luego cada centro es un mundo en cuanto a recursos tecnológicos disponibles, pero siempre aprovecho lo que haya, utilizo y creo todos los contenidos que pueda.
FB: Si estuviera en tu mano introducir un cambio educativo (de cualquier tipo) para la escuela: ¿Qué cambiarías?
Decir que la escuela necesita un cambio es, a mi modo de ver, quedarse corto. Realmente la escuela necesita reinventarse. Por tanto realizaría muchos, aunque solo citaré tres:
El primero que me viene a la cabeza es el Curriculo. No podemos continuar enseñando con un Curriculo absolutamente absurdo, como el que tenemos. No responde a la lógica ni ha sido diseñado pensando en el alumnado que tenemos a día de hoy en las aulas.
En relación al Curriculo, incluiría dentro de este la Educación Emocional, de forma explícita. No entiendo cómo es posible que todos estemos de acuerdo en la importancia que tiene para la formación de la persona el trabajo con las emociones, y sin embargo no se trabaje de manera obligatoria y sistemática en la escuela.
También diseñaría un sistema de protección del sistema educativo ante los caprichos y desmanes de los políticos y gobiernos de turno.
Como siempre, nos cambiamos de butaca y ahora será Tamara quien nos pregunte.
T: Vosotras que estáis empezando, ¿qué le diríais a esos docentes que están estancados en el mismo método, que han adormecido su vocación o que incluso sufren de Bournout, para que recuperasen las sensaciones y las ganas de educar?
FB: Sería más o menos algo así:
Querido docente-al-borde-del-Burnout:
No nos conocemos personalmente. Nosotras somos esas compañeras jóvenes que acaban de llegar a la escuela y al mundo, que llegan con ganas de hacerlo todo, que quieren probar cosas nuevas y si las dejan hablan por los codos de lo mucho que aman su trabajo. Somos esas personas a las que mentalmente debe usted odiar porque no entiende en absoluto nuestra actitud, pese a que quizá no hace tanto era usted quien estaba así de profundamente ilusionado.
No nos sentimos con la autoridad necesaria para dar consejos, pero no obstante, vamos a intentarlo, porque nos gustaría que todos los maestros del mundo sintieran la ilusión del primer día cada día, porque esto es como la primera vez que uno se enamora, que quisiera que todo el mundo se sintiera igual.
El protocolo en caso de incendios dice que uno debe desalojar el edificio y alejarse cuanto antes mejor del foco. Este caso no es tan diferente. Aléjese de las aulas. Por sus alumnos, pero sobretodo por usted y por su salud. Quizá sea suficiente con unos días, quizá no. Pero aléjese, tómese un tiempo… Relájese, escuche música, vaya al cine o al teatro o a la playa, no piense en actividades didácticas ni en evaluaciones.
Dedíquese a sus aficiones, dedíquese tiempo. Relativice los problemas, hable con un buen amigo, ríase a carcajadas hasta que le estallen los pulmones. ¿Cuándo fue la última vez que hizo algo así? No es perder el tiempo: es una necesidad, un tratamiento, evitar un mal mayor. Ahora se estará preguntando: ¿hasta cuándo?
Hasta que vaya por las tiendas y sólo vea actividades didácticas que pongan en marcha su cerebro a mil revoluciones… Hasta que eche profundamente de menos atravesar la puerta de una escuela o de un aula (no precisa que sea su centro, ni que le vea la cara a ese compañero que…, no, sólo piense en una escuela, imagínese la primera vez que entró en ella como maestro, con todo por empezar, y todo por hacer)… Hasta que sienta envidia de la persona que era cuando empezó la carrera de Magisterio (¿se acuerda aún?)… Hasta que se preocupe de “cómo estará aquel alumno que” o tenga ganas de ver a “aquella alumna que aquel día hizo aquello…”… Quizá necesita un cambio (de lugar de trabajo, de centro): que no le asuste, porque los cambios forman parte de la vida y nos permiten seguir ilusionándonos…
Y usted (sí, sí, usted), usted puede conseguirlo… Puede recordar el punto exacto en que abandonó sus sueños a un lado y se instaló en la rutina, puede recogerlos y pegar sus pedazos, es más, puede enseñar a sus alumnos que es posible empezar de nuevo con tanta ilusión como un niño ante los regalos de Reyes…
Esa oportunidad es sólo para usted, está y seguirá estando abierta las 24 horas del día y los 365 días del año para que usted la aproveche, retome las riendas de su vida y sea feliz con una de las mejores profesiones del mundo… con la misma ilusión del primer día y todo lo que la experiencia le habrá aportado.
¡Ah! Y acérquese a nosotras, porque no sabe cuánto lo necesitamos. Usted apórtenos la experiencia y nosotras pondremos las ganas, y no se preocupe, porque la experiencia se acaba adquiriendo igual, pero las ganas si algo tienen de bueno es que son muy, muy contagiosas. Del mismo modo que nosotras algún día podemos estar en su lugar, usted puede volver al nuestro… pero aún mejor.
Usted está quemado… pero no se preocupe, porque lo único que debe hacer es desalojar el edificio y permanecer fuera hasta que vuelvan a abrasarle las llamas, esas que prenden la motivación y la ilusión, esas que trajo consigo el primer día y que siguen allí, bajo las cenizas.
T: Esto en relación a algo que creo que nos pasó a todos en el practicum ¿Qué cosas de las que os han enseñado en la facultad veis que no se corresponden con la realidad del aula y cuáles os han sido verdaderamente útiles?
FB: Primero ves y conoces a los niños y a tus compañeros. Nunca antes, claro, te habían dicho que serían esos, no conoces ni sus motivaciones, ni sus ilusiones, ni sus necesidades, ni sus potencialidades. Te das cuenta de que cada persona es única y que no hay ningún manual que te explique qué necesita exactamente.
Llegas y tienes que aprenderte día a día cada momento formará parte de tu experiencia, una experiencia que irá creciendo día tras día, año tras año, y aún así, te darás cuenta de que aún no conoces todo aquello que deberías conocer, y seguirás aprendiendo.
La Universidad es uno de los primeros pasos de ese aprendizaje, mucho más teórico de lo que esperas, pero es un primer paso. Te dan la mano, te acompañan, hasta que un día te dicen, ya está, hasta aquí hemos llegado. ¿Ya está?, dices tú. Pero… Pero… Y sí… ya está.
Al final, mucho más que la didáctica y que todas las teorías del mundo, lo que siempre te funciona es la experiencia de los otros. Por eso, mientras pasas tus primeros días de prácticas en la escuela, te acuerdas veinte mil veces al día de aquellos profesores de la Universidad que siguen siendo maestros en las escuelas o lo eran hasta hace muy poco.
Y entonces, poco a poco, sucede algo mágico: ¡Y es que ahora tú también tienes cosas que contar! Ya no sólo recuerdas las anécdotas que te contaban los profesores o tus compañeros que ya trabajaban, ahora tú tienes las tuyas.
Ves que no toda la teoría se ajusta a la realidad, quizás a veces lo intenta pero no acaba de encajar del todo. ¿Qué haces con el niño que ha salido de clase? ¿Y con ese otro que no para de llorar? ¿Cómo intentas llevar a cabo el proyecto que tanta ilusión te hacía si tus compañeros te dicen que eso no sale en ningún libro? ¿Cómo vas a dar refuerzo dentro del aula si el tutor/a quiere estar solo? Te das cuenta de que te faltan recursos y muchos otros conocimientos que deberían estudiarse al tratarse de una profesión que requiere un contacto diario con personas: primeros auxilios, trato con las familias, mediación de conflictos, etc.
Quizás se debería revisar e intentar complementar la formación que recibimos: que hubiera más conexión real con las escuelas; que facultades de educación y escuelas contaran unas con las otras, puesto que pueden aportarse mucho; que tuviéramos nociones de primeros auxilios, asignaturas específicas de cuidado de la voz e higiene postural, recalcar más la importancia de trabajar con las familias, miles de pequeñas cosas que forman un conjunto.
Pero al final, te das cuenta de que trabajas con personas, y siempre tienes la suerte de conocer a personas extraordinarias, mucho más a menudo de lo que se podría pensar, que te ayudan, que están a tu lado, que te escuchan y que te ofrecen su mano cuando la necesitas. Al final te das cuenta de que aunque se incluyeran todas esas cosas en la formación universitaria, nadie puede prepararte para la escuela de la vida y ahora tienes que crear un nuevo aspecto de tu autoimagen: la de la maestra que vas a ser.
T: ¿Cómo os gustaría que fuese la escuela dentro de 10 años?
En 10 años y en cualquier momento, nos gustaría una escuela donde se cuidasen las relaciones entre las personas. Si todos fuéramos a una y compartiéramos ilusiones, tareas y retos, casi nos acercaríamos a una escuela ideal. Porque una escuela está formada en primera instancia por personas, personas que sienten y padecen, que se enamoran, lloran, tienen miedo, sueños y dudas, y si no las cuidamos es cuando se pierde el sentido y aparecen los problemas.
Cuando nos reunimos para trabajar y se siente en el ambiente toda la motivación, la fuerza común dirigida a un mismo objetivo, nos damos cuenta de que si todo eso se trasladara a un claustro entero, la escuela podría llegar exactamente donde se lo propusiera. Claustros con un proyecto común, potente, con sentido, diseñado democráticamente, con participación democrática real… eso queremos para la escuela en 10 años.
También nos gustaría que en 10 años todo el mundo se hubiera dado cuenta de que el centro de la escuela son los niños, de que la escuela está ahí por y para ellos.
Si en 10 años nos hubiéramos dado cuenta de estas dos cosas, a lo mejor el gobierno prohibiría las escuelas y tendríamos que llamarnos con algún otro nombre, pero habríamos llegado, desde luego, bastante cerca de lo que es una escuela ideal…
Dentro de 10 años nos gustaría una escuela con igualdad de oportunidades real, aunque para eso habría que poner patas arriba la sociedad, claro; pero si todo el mundo que puede moverse se moviera al mismo compás, en 10 años una escuela sería un lugar en que no importaría de dónde eres, qué “T” (de trastorno) o qué “dis” (de discapacidad) tienes, de qué color es tu piel, cuánto dinero ganan tus padres, o si le caes bien o mal al señor Pigmalión. Sería un lugar en que no tendrías que demostrar nada a nadie, porque serías aceptado y querido por ser tú, ese ser único, individual y valioso para la sociedad.
Rebecca Wild tiene un libro del que sólo el título ya es un tesoro educativo: “Libertad y límites, amor y respeto”, esa es la definición de escuela que quisiéramos para dentro de 10 años y para siempre.
Hasta aquí nuestra “Entrevista de ida y vuelta” de hoy, esperamos que os haya gustado tanto como a nosotras plantearla y contestarla. Sigan atentos a sus pantallas, porque pronto habrá más, muchas más…
*Traducció al català “coming soon”*
Muy buena la entrevista, tanto la de ida como la de vuelta. Hay muchas ideas muy interesantes, pero voy a destacar una por encima de todas. Para mejorar el sistema educativo yo también creo que hace falta estabilidad, es decir: "También diseñaría un sistema de protección del sistema educativo ante los caprichos y desmanes de los políticos y gobiernos de turno". Enhorabuena.
ResponEliminaLo primero de todo, daros las gracias por vuestra maravillosa entrevista y por contar conmigo para ello. Deciros también que vuestras respuestas a mis preguntas me parecen de lo más acertadas. La "carta al docente al borde del burnout" es de sobresaliente. Y vuestras reflexiones acerca de la escuela del futuro complementan a la perfección las ideas que os planteaba antes.
ResponEliminaUn abrazo ;)
Juan:
ResponEliminaMuchas gracias por tu comentario. Estamos totalmente de acuerdo con lo que destacas, ¡cuántos problemas dejarían de serlo si existiera esa estabilidad! La verdad es que Tamara dio en el clavo con esa respuesta.
Tamara:
Tus preguntas suscitaron mucho debate y nos encantó reunirnos para contestarlas, así que tenemos que darte las gracias por darnos indirectamente la oportunidad de hacerlo, y por supuesto, muchas gracias por haber querido participar. Ha sido un placer :)
Sois bienvenid@s a participar en el blog cuanto queráis.
Un saludo,
Míryam (de Febrer blau)
a mi me ha gustado especialmente lo de la educacion emocional, hipernecesario... descubrir, expresar,conversar las y con las emociones.. no tengo tan claro que deba ser sistematico y obligatorio... uiii !! en manos de segun quien seria peligroso....
ResponEliminala vuelta de la entrevista: impresionante; las preguns y las respuestas.. con estudiantes de magisterio como ellas creo que nos podemos jubilar ya...
Ignasi Corral
Ignasi:
ResponEliminaMuchas gracias por el comentario. Pero, oye, no os jubiléis, ¡que lo tenemos todo por aprender de vosotr@s! ;)
Equipo de Febrer blau